El anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre la imposición de aranceles a todas las importaciones de acero y aluminio ha alarmado a la Unión Europea, que ya ha comenzado a evaluar sus opciones de respuesta, que varían desde aranceles de represalia hasta el uso de nuevas herramientas comerciales y acciones contra las grandes tecnológicas estadounidenses.
EE.UU. y la UE mantienen la relación comercial más grande del mundo, con un intercambio de bienes y servicios que alcanzó 1,55 billones de dólares en 2023.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió que “los aranceles injustificados” de Trump “no quedarán sin respuesta” y conllevarán “contramedidas firmes y proporcionadas”.
Una de las opciones de Bruselas es imponer tarifas de represalia, una estrategia que ya utilizó en 2018 cuando Trump gravó las importaciones de acero y aluminio del bloque comunitario por valor de 6.400 millones de euros.
En aquel entonces, la UE respondió con aranceles sobre productos estadounidenses por valor de 2.800 millones de euros, incluyendo artículos simbólicos como el whisky bourbon de Kentucky y las motos Harley-Davidson de Wisconsin, tratándose de estados que habían votado por Trump.
Aunque la UE podría adoptar una estrategia similar esta vez, el desafío es mayor, ya que EE.UU. tiene más margen de actuación, informa Reuters. Según Eurostat, en 2023 las importaciones de bienes estadounidenses de la UE sumaron 347.000 millones de euros, frente a 503.000 millones de euros en exportaciones del bloque comunitario a Estados Unidos.
Por su parte, tres diplomáticos comentaron a The New York Times que lo más probable es que los aranceles de represalia de la UE sean selectivos y se apliquen a determinadas industrias o productos en función de los criterios geográficos. Aranceles específicos impuestos a sectores políticamente sensibles, como los productos hechos en estados republicanos que apoyan a Trump, permitirían infligir el máximo dolor, señala el diario.
De acuerdo con Financial Times, altos funcionarios europeos comenzaron a elaborar en verano del año pasado los planes de contingencia para una guerra comercial de Trump. Inicialmente, pensaban negociar ámbitos en los que la UE pudiera comprar más productos estadounidenses, como gas natural licuado, para reducir el déficit comercial. Algunos también apostaban por promesas de aumentar el gasto nacional en defensa en un intento por apaciguar a Trump, que quiere que sea del 5 % del PIB entre los miembros de la OTAN.
De fracasar esos esfuerzos, el Departamento de Comercio de la Comisión Europea se puso hace meses a elaborar listas de importaciones estadounidenses a las que podría imponer aranceles del 50 % o más. Bruselas ha mantenido en secreto los detalles de esas medidas de represalia para no provocar al presidente de EE.UU., reporta el periódico.
Otra herramienta clave es el Instrumento Anticoerción de la UE, que entró en vigor a finales de 2023 y permite responder a los países que ejerzan presión económica sobre sus Estados miembros para que cambien sus respectivas políticas. El mecanismo fue ideado en 2021 en respuesta a las tensiones comerciales con EE.UU. y China, que arremetió contra Lituania por su acercamiento a Taiwán.
Además de la imposición de aranceles, la UE puede limitar mediante ese instrumento el acceso a licitaciones públicas o restringir el comercio de servicios o inversiones. La Comisión Europea tiene hasta cuatro meses para investigar casos de coerción y proponer acciones, que luego deben ser aprobadas por los Estados miembros.
Más allá de las medidas comerciales ‘tradicionales’, la UE tiene otras cartas bajo la manga y puede obstaculizar las actividades de los gigantes tecnológicos estadounidenses. De hecho, ya investiga a empresas como Apple, Alphabet (de Google), X y Meta* en virtud del cumplimiento de sus leyes antimonopolio y de moderación de contenidos, cuya violación prevé multas.
Además, Bruselas podría reactivar los impuestos sobre servicios digitales, una medida que varios países como Francia ya han implementado. Aunque el bloque comunitario suspendió el trabajo sobre un impuesto digital a nivel europeo para buscar una solución global en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la escalada de tensiones con EE.UU. podría llevar a su reconsideración.