El Banco Mundial de Semillas, ubicado en la isla de Spitsbergen, en el archipiélago noruego de Svalbard, recibió 30.000 nuevas muestras provenientes de 21 países, informa Reuters.
La llamada “bóveda del fin del mundo”, administrada por la organización internacional Crop Trust, junto con el Centro Nórdico de Recursos Genéticos y el Gobierno de Noruega, fue inaugurada en 2008 y tiene como fin conservar la biodiversidad agrícola del planeta. Está situada en el interior de una montaña para resistir catástrofes como una guerra nuclear o el calentamiento global.
“El cambio climático y los conflictos amenazan las infraestructuras y repercuten en la seguridad alimentaria de más de 700 millones de personas en más de 75 países de todo el mundo”, afirmó en un comunicado el director ejecutivo de Crop Trust, Stefan Schmitz.
Este año Bolivia se unió a la iniciativa. La primera contribución del país andino a la bóveda fue realizada por la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, con el respaldo de unas 125 familias campesinas locales. “Este depósito va más allá de la conservación de los cultivos, se trata de proteger nuestra cultura”, declaró el coordinador de un proyecto de biodiversidad financiado por el Gobierno noruego.
Según Reuters, el depósito desempeñó un papel destacado entre 2015 y 2019 en la reconstrucción de las colecciones de semillas dañadas durante la guerra en Siria.