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Bunbury refrenda su conexión con México

Cuando Enrique Bunbury salió al escenario de la curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez, este sábado por la noche, quedaron muy lejos los días en los que el ídolo del rock español vio muy cerca el fin de su carrera.

“Hace cosa de dos años pensaba que ya no iba a poder subirme a un escenario, cantar con mis compañeros, afortunadamente la vida te lleva por caminos raros te trae sorpresas inesperadas, sorpresas que a veces no mereces, no saben lo agradecido que me siento el día de hoy de estar aquí”, dijo Bunbury, durante su concierto de la CDMX.

El cantautor tuvo problemas en las vías respiratorias durante su gira en 2022, que lo obligaron a abandonar los escenarios; fue tan grave que su carrera pendió de un hilo. Sin embargo, este sábado el músico no dio indicios de ningún problema de salud fuera capaz de tenerlo al interpretar sus mejores éxitos.

Desde la primera canción “Nuestros mundos no obedecen a tus mapas”, Bunbury salió bailando, esforzándose en cada pose, en cada movimiento de su cuerpo, en cada expresión con los brazos y piernas, que, aunque delgados lucieron fuertes, mientras su voz sonaba como en sus mejores días junto a Héroes del Silencio.

“Estoy interpretando canciones del pasado y el presente, quiero que sean una puerta a la esperanza, para hacer unos conciertos más en el futuro, no nos volvamos locos pensando en que puede pasar, hoy tenemos uno (concierto) no nos volvamos locos, hoy disfrutemos el presente, estoy eternamente agradecido por acompañarnos en este momento tan especial”, añadió Bunbury.

“Cuna de Caín”, fue su segundo tema de la noche, y con saco negro, lentes oscuros, y un pantalón lleno de bordados floridos continuó entregándose al público de la capital, que disfrutaba, se reía, y aplaudía cada frase de Bunbury y cada movimiento.

Y es que el cantante aprovechaba cada remate de la batería, cada puente del estribillo al coro de la canción, para lanzar golpes al aire, sostenerse con las piernas abiertas en el escenario, y levantar un brazo con el dedo señalando al cielo, todo sin que su rostro mostrara emoción o expresión alguna.

Cerró la noche con “Parecemos tontos” y “Al final”, luego de un repertorio conformado por 24 canciones, la lluvia respetó a los asistentes, aunque antes del show humedeció el pasto del autódromo y el público pudo ver sin temor a enfermarse el regreso de Enrique a la Ciudad de México.

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