CAMBIANDO DE TEMA

¿Cuál será el disfraz del doble crimen cometido contra servidores públicos?

Por Karina A. Rocha Priego

karina_rocha1968@yahoo.com.mx

Inseguridad, violencia; desapariciones, ajustes de cuentas. Esto es lo que prevalece en todos los estados de la república, principalmente en la capital del país, donde hasta los servidores públicos se convierten en víctimas, pero, ¿en verdad serán víctimas? y, sobre todo, ¿serán inocentes?.

Los recientes acontecimientos en la Ciudad de México, donde las dos personas más cercanas a la jefa de Gobierno, Clara Brugada, fueron literalmente ejecutadas, dejan en claro que la inseguridad y la violencia, pero sobre todo, los actos de corrupción que cometen los servidores públicos, siempre tendrán un precio a pagar y, en esta ocasión, parece que costaron demasiado caro.

}Dicen, fue un crimen muy bien planeado; no fue casualidad y mucho menos “una equivocación o accidente”. Este, a decir de los expertos, fue un crimen bastante “bien pagado”, aunque hasta el día de ayer, se dio a conocer quiénes estuvieron involucrados en este crimen, pero no se ha dicho cuál fue el motivo de la ejecución.

Sabíamos que le iban a dar celeridad a este asunto, pues se trataba de gente cercana a Sheinbaum, Brugada y, sobre todo, a Morena.

Por lo pronto, se ha corrido el rumor que una de las líneas de investigación sobre este crimen, tiene que ver con el sistema penitenciario de la Ciudad de México, pero ese, es un simple rumor, al que no debemos quitarle los ojos de encima.

Estarán de acuerdo en que la inseguridad en este país siempre ha existido. Los asaltos, las violaciones, incluso los secuestros que, en algún momento se convirtieron en el “talón de Aquiles” de las autoridades y que se recrudecieron con la llegada de células delictivas a las grandes ciudades, pero también reconocerán que el grado de violencia que se vive en sus calles, va más allá de una simple “película de suspenso”.

El doble homicidio del pasado 20 de mayo puede, incluso, considerarse un peligroso mensaje, no sólo para la jefa de Gobierno, Clara Brugada, que, por cierto, ¡es la que da las órdenes!, y segundo, para la Presidenta de México, quien, en algún momento, pasó por esa “jefatura”.

Aunque parece que las instancias de seguridad encargadas de la investigación de este doble homicidio, han inclinado la balanza sobre una “revancha” de las células delictivas que operan en la Ciudad de México, principalmente, como repuesta a los golpes al crimen organizado. ¿Será…?.

Como sea. Es inadmisible que dos personas tan cercanas a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, sean ejecutadas a plena luz del día sin que haya quedado, en ese momento, huella alguna del crimen, más que los cuerpos inertes de estos dos funcionarios. No había cámaras. Nadie se dio cuenta. Nadie, en ese momento, identificaba al agresor que luego se convirtió en “agresores”, estuvo planeado, inequívocamente, pero ¿quién planeó, quién pagó, quién contrató a los sicarios?.

Tal vez en próximos días se dé a conocer más de este crimen pero, ¿darán a conocer la verdad?, ¿dirán cuál fue realmente el móvil? Porque, se dice, ambos funcionarios ejecutados, sabían “algo” que entorpecía “los negocios oscuros de alguien” que, actualmente, ¡está en el poder!.

Motocicletas, transporte de sicarios ante indolencia oficial

Por otro lado, creo importante comentar que, en un país donde la sangre corre más rápido que la justicia, las motocicletas se han convertido en el vehículo predilecto del crimen y no porque sean eficientes o ágiles, sino porque la ley ha decidido ignorarlas.

Mientras no exista una verdadera regulación de las motocicletas como transporte público y privado y se sancione a quienes cometan infracciones, por mínimas que sean, seguirán siendo el transporte favorito de los sicarios.

En México, basta con recorrer cualquier avenida para ver el caos: motos sin placas, sin casco, con dos o tres pasajeros y sin documentos.

¿Y la autoridad? Bien, gracias. La omisión de los gobiernos estatales y municipales en controlar este tipo de unidades es, por decir lo menos, criminal.

En nombre de la movilidad y la pobreza, se ha tolerado el desorden, la ilegalidad y, peor aún, se ha abierto la puerta a la violencia sobre ruedas.

Los mototaxis, ilegales pero tolerados; las apps de entrega, que operan sin reglas claras; los motorrepartidores sin licencia ni seguro… todos forman parte de un sistema podrido donde el tráfico de drogas, los asesinatos por encargo y los robos exprés encuentran su mejor aliado: la impunidad de dos ruedas.

Y cuando ocurre una ejecución, los testimonios son los mismos: “llegaron en una moto, dispararon y huyeron”.

¿Hasta cuándo la Secretaría de Movilidad, los municipios y los Congresos locales dejarán de simular?.

El país necesita frenar esta plaga que mezcla informalidad con muerte.

La moto no es el enemigo.

La corrupción, el vacío legal y la complicidad institucional lo son pero, mientras no se ponga un alto firme y real, seguiremos escuchando tiros, viendo cuerpos en la calle… y motos alejándose a toda velocidad, como si nadie pudiera detenerlas.

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