CONTRAPENDIENTE

De la libertad al silencio: instrucciones para censurar sin que parezca censura

Por Karina Libien

Querido lector: si usted es un gobierno que llegó al poder prometiendo que “nunca jamás se perseguirá a los medios”, que “las redes serán libres como el viento” y que “no mentir, no robar y no traicionar”, entonces prepárese… porque ya es hora de traicionar todo eso con elegancia y un toque de amnesia colectiva.

La receta es sencilla y está en curso. Ingrediente principal: una reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones, con 206 páginas que nadie piensa leer -ni los que la impulsan, ni los que la aprueban, ni los que juran que “no dice eso”. A decir verdad, ni el título leyeron los senadores de Morena. Pero eso sí: ya prometieron que para el martes 29 estaría aprobada, publicada y bien planchadita. Eficiencia legislativa, le llaman. Yo lo llamo lectura por ósmosis.

Dentro del coctel, un artículo delicioso: el 107, que autoriza al gobierno a bloquear temporalmente plataformas digitales si no cumplen con requisitos que nadie sabe cuáles son, pero que suenan muy técnicos y patrióticos. Y por si eso no bastara, le agregaron una pizca de “no se vale difundir propaganda extranjera”, como si una declaración de la secretaria de Seguridad de Estados Unidos fuera más peligrosa que una mañanera en cadena nacional.

Claudia Sheinbaum, con su acostumbrado tono científico-paciente, salió a explicar que no, no es censura. Sólo “una corrección técnica”. Que eso de bloquear redes fue un “error” y que ya le encargó al Senado corregirlo. O sea, la presidenta envía una iniciativa que no leyó completa, el Senado tampoco la lee, y luego nos piden que confiemos en su versión final. ¿Qué puede salir mal?.

El sábado 19 de abril, Adán Augusto López, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, anunció que solicitará el retiro del dictamen de la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión, para abrir un espacio de escucha con sectores involucrados, principalmente por la polémica redacción del artículo 109, que plantea el bloqueo de plataformas digitales y redes sociales. En buen español: ya se dieron cuenta del desastre y ahora quieren corregir… pero sin reconocer que todo empezó por su prisa e improvisación.

Y como en todo sketch bien armado, no podía faltar la comedia involuntaria: María Luisa Alcalde, ahora coronada como dirigente de Morena, apareció para aclarar que “¡por supuesto que esto no es censura!” -dicho con esa naturalidad con la que uno afirma que el sol gira alrededor de Palacio Nacional-. Y como no tenía mejores argumentos, prefirió llamar “ratero” a Marko Cortés. ¡Touché! Qué elegancia la de Francia.

Pero el plato fuerte llegó con la senadora del PT, Lizeth Sánchez García, que nos regaló una joya de discurso al declarar: “El Estado tiene la obligación de actuar cuando ese poder se utiliza para sembrar odio”. Traducción: si lo que dices no le gusta al gobierno, cuidado, podrías estar a un paso del Ministerio del Amor versión 4T.

Por cierto, Lizeth estudió Ciencias Políticas en la UPAEP (Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla). Aunque, eso sí, no aparece en el Registro Nacional de Profesionistas

Es decir, académicamente, es como su reforma: existe, pero no hay constancia oficial. Aun así, ahí la tiene, dando cátedra de libertad de expresión… sin cédula, pero con convicción revolucionaria y pagada.

Así es como se discute una posible mordaza digital en México: con insultos, improvisación, ignorancia legislativa y soberbia de sobra.

Mientras tanto, los ciudadanos miramos con una mezcla de asombro y resignación cómo los que antes gritaban “¡no al cerco informativo!” hoy le ponen candado a la puerta y esconden la llave.

Pero no se preocupen: no es censura, es amor. Amor a la patria, a la narrativa oficial, al monopolio del discurso. Como en Venezuela… pero con PowerPoint y doctorado.

Así que ya lo sabe: cuando un gobierno dice que no va a censurar, pero manda una reforma que permite censurar, y luego dice que fue un error, pero planea aprobarla igual, no está mintiendo. Está haciendo política a la mexicana. Versión 2025.

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