Por Karina Rocha
En la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), las aguas parecían calmarse, sin embargo, bajo la superficie, la comunidad universitaria ha empezado a unir piezas, levantar la voz y exigir respuestas.
Lo que en un inicio se presentó como la “renuncia anticipada” del exrector Carlos Eduardo Barrera Díaz hoy se revela como una fuga planeada, un escape cobarde de quien debía responder por su gestión y dar la cara frente a los estudiantes y mentores que mantienen viva a esta institución.
Mientras la comunidad estudiantil y académica sigue enfrentando las secuelas del desorden administrativo y la falta de transparencia, el exrector, según versiones ampliamente comentadas, reside cómodamente en Canadá, país al que, con antelación sospechosa, habría trasladado a su familia. ¿Turismo? Difícil de creer. ¿Cambio de residencia? Muy posible. ¿Huida de la rendición de cuentas? Indiscutible.
Los rumores ya no son meras especulaciones: Barrera Díaz no ha vuelto a pisar la Universidad desde su salida, ni ha mostrado intención alguna de explicar las decisiones cuestionables que marcaron su rectorado.
Y, como si la coincidencia no fuera suficiente, también se supo que Eréndira Fierro, quien aspiraba a la rectoría y renunció abruptamente, hizo lo propio: enviar anticipadamente a alguien muy cercano a Canadá. ¿Casualidad o estrategia compartida?.
Todo apunta a una triste realidad: se utilizaron los recursos, los espacios y la confianza de una comunidad universitaria para fines personales.
Se gobernó de espaldas a los estudiantes y académicos, y cuando llegó el momento de enfrentar las consecuencias, se optó por la huida.
Mientras tanto, los verdaderos defensores de la UAEMex -los estudiantes que se movilizan, los mentores que no claudican en su compromiso ético- han tenido que soportar las secuelas de decisiones ajenas, incluso soportar el desprestigio de su universidad a nivel nacional.
Ellos, y no los exfuncionarios prófugos, son quienes sostienen a esta casa de estudios con su integridad, trabajo y dignidad.
El conflicto no ha terminado. Por el contrario, apenas empieza. Y si algo está claro es que la comunidad universitaria ya no está dispuesta a tolerar simulaciones ni abandonos.
Hoy más que nunca, la UAEMex exige justicia, memoria y un compromiso real con la verdad. La universidad no se abandona: se defiende.