CONTRAPENDIENTE

Metepec, Edomex: Entre fachada de seguridad y realidad que arde

Por Karina Libien

imformaciondiarioamanecer@gmail.com

En el Estado de México, el municipio de Metepec presume ser una joya del orden, la eficiencia y la seguridad. Bajo el liderazgo del alcalde Fernando Flores Fernández -quien bien podría aspirar a un Emmy por su actuación frente a las cámaras- se han desplegado campañas mediáticas que lo colocan como el municipio “más seguro” de la entidad.

Una distinción que seguramente debe existir solo en el multiverso, porque en este, los hechos no mienten.

El pasado 1 de mayo, mientras algunos veían TikToks de seguridad ejemplar, un asalto a mano armada en la joyería Bizarro, en la concurrida plaza Town Square, nos recordó que los ladrones no ven redes sociales.

Aunque las autoridades respondieron con la detención de dos presuntos implicados, quedó claro que ni los espacios “protegidos” se salvan.

Tal vez la estrategia de seguridad incluya dejar a los delincuentes actuar, atraparlos y después presumir resultados.

Un círculo virtuoso de marketing criminal

El problema no es nuevo.

Desde enero se acumulan asesinatos, cuerpos abandonados, feminicidios y un repunte claro en robos violentos.

En febrero, por ejemplo, se abrieron 57 carpetas de investigación por este delito.

Aun así, el municipio aparece en algunos rankings como el más seguro.

¿Será que en Metepec el crimen ya paga su propio recibo de predial?

Lo más preocupante no es solo el delito común, sino la presencia creciente del crimen organizado.

El narcomenudeo se duplicó en un año.

Algunos vecinos ya conocen a los narcos mejor que a sus delegados.

Pero mientras los ciudadanos viven entre extorsiones y amenazas, el alcalde

continúa negando la presencia de cártles como quien intenta espantar al monstruo diciendo “no existes”.

La frase se repite cada vez con más fuerza: “Metepec protege a los criminales”.

Aunque en el gobierno municipal parezca que lo interpretan como un eslogan para la próxima campaña, la ciudadanía lo grita como reclamo, urge que el Secretario Omar García Harfuch, intervenga en este otrora tranquilo municipio hoy, en manos del narcogobierno.

La negación institucional, la omisión y el silencio han convertido a la autoridad en espectadora de lujo del caos.

El asesinato del empresario Christian Gómez, ocurrido en 2023, fue un punto de quiebre.

Conocido por su actividad en el sector restaurantero y por su participación cívica, su ejecución -en pleno centro del municipio- fue un mensaje brutal de que en Metepec nadie está a salvo.

Hasta hoy, el caso permanece sin esclarecer, sin detenidos, sin justicia.

¿Y qué dijo la autoridad? Nada. Silencio absoluto.

Otro crimen que se barre bajo la alfombra del supuesto “municipio modelo”.

La inseguridad ya impacta hasta en la tradición.

La Feria de San Isidro, evento emblemático de Metepec, hoy vive su edición más deslucida.

Los asistentes son mínimos, los puestos están semivacíos y el ambiente festivo fue sustituido por la tensión y la desconfianza.

La ciudadanía tiene miedo de salir, y aunque el gobierno municipal ha intentado difundir una imagen de “fiesta segura”, el vacío en los pasillos lo dice todo: ni con luces, conciertos o fuegos artificiales se disfraza el temor que se respira en las calles.

Pese a todo, el alcalde no pierde el entusiasmo.

En sus redes celebra cada retén como si fuera una victoria en la Segunda Guerra Mundial.

Hace semanas presumió la detención de ladrones del asalto en Town Square, como si con eso se borrara todo lo demás.

De seguir así, pronto veremos premios al “mejor operativo con resultado mínimo” o reconocimientos por “perseguir al crimen… con declaraciones”.

Metepec se enfrenta a una disyuntiva: seguir produciendo el reality show de “seguridad ejemplar”, o bajarse del escenario y enfrentar la cruda realidad.

Porque mientras se invierte en cámaras, patrullas y discursos, los delincuentes siguen operando… con libertad, eficiencia y hasta estrategia.

Y sí, la simulación tiene un límite.

Y ese límite, en Metepec, ya fue rebasado.

Pero no importa, mientras haya redes sociales, comunicados bonitos y una ciudadanía anestesiada, todo seguirá igual.

Al fin que, en la narrativa oficial, todo está “bajo control” sobre todo la chequera del edil Fernando Flores.

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