Por Karina A. Rocha Priego
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¿A dónde quedaron las viejas prácticas de la “derecha”? Así es como le llaman los morenistas a sus contrincantes políticos, o sea, a la oposición y, lo pregunto porque, luego del fracasado proceso electoral judicial, los “jaloneos” están a la orden del día.
Primero, tenemos que decir que este proceso lanzó 7 mil millones de pesos a la basura, pues el Instituto Nacional Electoral (INE) contó con ese presupuesto para la realización de la elección judicial, en la que estuvieron en disputa 881 cargos, entre ellos los nueve puestos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Luego, poner en “negritas” que de 99 millones 700 mil electores de todo el país, tan sólo emitieron su voto 12 %, o sea, algo así de 11’964,000 electores cumplieron con su deber cívico, de los cuales, al menos 30 % lo hizo “por cumplir” -insisto- y el resto, porque son morenistas y tenían la ¡obligación de hacerlo!, recordando que muchos de estos son personas registradas en algún programa social del Gobierno Federal, otros son empleados gubernamentales y los menos son los candidatos y familiares de los candidatos.
Esto significa, queridos lectores, que este proceso fue hecho por morenistas, ¡para los morenistas!, nada más, pues el resto de los ciudadanos de este país, decidió “no hacer el caldo gordo” a Morena, sin em-bargo, el costo del mismo tendrá que ser pagado por ¡todos los mexicanos!, quieran o no.
Estarán de acuerdo que este fue el capricho infundado del ex de este país, pero con esa cantidad de votos la elección que, los de la 4T llamaron “exitosa”, debiera ser ¡anulada!, ya que es una verdadera ¡vergüenza! la poca afluencia de votantes que se presentó el pasado domingo 1º de junio.
Una vergüenza, sí, porque, si nada más consideramos cuántos ciudadanos, entre adultos mayores, hombres, mujeres, jóvenes y niños están registrados en los programas sociales de Morena, nos damos cuenta de que, la “voz de la 4T” no ha tenido eco o, peor aún, ¡ya está siendo ignorada!, cuando más de 17 millones ochocientos mil mexicanos reciben “recursos económicos” del Gobierno Federal (gracias a los impuestos de los mexicanos), o sea, 5 millones, ochocientos treinta y seis mil beneficiados, decidieron hacerse “de la vista gorda” y no salir a votar por el proyecto morenista y, ¿todavía aseguran que fue un éxito? En verdad ¡qué cínicos!, pretenden seguir engañando al pueblo de México.
Ahora bien, si nos vamos a los resultados, quedó más que claro que el “virtual triunfo” de Hugo Aguilar (abogado oaxaqueño) no fue sorpresa para muchos, ya que, para éste allegado a Andrés Manuel López Obrador, ya estaba todo preparado y, aunque todo parecía indicar que la “ganona” -que no ganadora- sería Lenia Batres, por el apoyo impuesto por su hermano, Martí Batres que se dio a la tarea de “movilizar” recursos y personal del ISSSTE en toda la República, a favor de su hermana pero, ¡se le cayó el teatro!.
Por debajo del agua, Hugo Aguilar ya había sido “votado” y cuando Lenia Batres “grito fraude electoral en su contra”, la consejera del INE, Guadalupe Taddei, movida por López Obrador y Claudia Sheinbaum, sentenciaba que el triunfo sería para quien tuviera más votos, y así ha sido.
Con fraude o sin éste. Con trampas o sin estas, lograron acumularle el mayor número de votos al amigo de López Obrador quien se perfila como nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Y ¿en donde se nota el chanchullo a favor del oaxaqueño?, en la operación que desde el Ejecutivo Federal se preparó a favor de Aguilar Ortiz, uno de los candidatos de Presidencia, y quien voto a voto disputó la primera posición con casi el 6% de la votación a su favor (hasta el despuntar el lunes 2 de junio), tomando la delantera por aproximadamente 200 mil votos a Batres Guadarrama.
Ahora bien, Aguilar Ortiz es abogado, sí, pero éste nunca ha sido juez ni tiene experiencia en el Poder Judicial, lo que ha levantado preocupaciones sobre su capacidad para liderar el máximo tribunal del país.
Además, su vida personal y creencias han sido objeto de controversia (no es católico y, dicen, practica rituales de brujería).
Para muchos, su nombramiento representa una imposición del gobierno actual, sin considerar su trayectoria o conocimientos jurídicos -lo cual ya se esperaba de al menos el 80 por ciento de los candidatos- por lo que la ciudadanía exige que el líder de la SCJN tenga un historial de probidad y un profundo dominio del derecho.
Por su puesto que ese era el riesgo que se corría con esta “simulación” de 7 mil millones de pesos orquestada por el Gobierno Federal y su 4T, que “cualquiera” quisiera “una toga” pero, en este punto ¡si se pasaron!, al imponer a alguien en un lugar que es tan importante para México (el Poder Judicial) que lo que menos tiene, es conocimiento para la aplicación del derecho, ya que nunca ha sido juez.
Díganme si no, éste próximo nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es el claro ejemplo de la corrupción, abuso de poder, imposición, amiguismo, compadrazgo, que tanto han criticado los morenistas de la oposición, cuando éstos, ¡lo han recrudecido!
Claro que esta situación puso a Lenia Batres al borde del colapso, al grado de acusar directamente a Claudia Shein-baum de poner a los gobernadores en su contra para que Hugo Aguilar le quitara la Presidencia, y es que, reclaman los allegados a Batres, que los acuerdos de la presidenta Claudia Sheinbaum con los gobernadores de la 4T, si bien no bloqueó la aspiración de ésta, si “influyó” para dar prioridad a Aguilar Ortiz porque, así se ordenó, o sea, se recrudece el conflicto “Morena vs Morena”.
Mientras tanto, que bueno que a la presidenta Sheinbaum este fracaso la ponga feliz, pues será una entre cientos de millones de mexicanos en desacuerdo…