Donde antes fluía agua, hoy se alza una pequeña rueda de la fortuna oxidada. El diésel que gotea de un tráiler se esparce sobre el árido terreno donde el lago solía reposar, mostrando la triste realidad del Lago de Chapala, el cuerpo de agua más grande del país, convertido en un símbolo vivo de la sequía y la sobreexplotación acuífera que afecta a la región.
El Lago de Chapala se encuentra actualmente al 43% de su capacidad total, la cual es de 7,897 millones de metros cúbicos. Al estar en la orilla de la ribera, las cifras no son necesarias para percibir la crisis; la tierra está fracturada por el intenso sol primaveral, y el lodo pedregoso exhala un desagradable olor debido a los desechos que se han arrojado al agua durante décadas. La fauna se ha vuelto cada vez más escasa, y avistar garzas es ahora una cuestión de suerte, mientras que antes el sitio era conocido por la abundancia de estas aves.
La ausencia de agua en el lago es tan fuerte que una feria se ha instalado después de la Pascua para el goce de la población. Aunque pocos niños hacen uso de los juegos mecánicos, la imagen sorprende a quienes conocieron el lago en condiciones normales y veían agua donde hoy hay carritos, atracciones y se puede caminar si uno no teme ensuciarse los zapatos con tierra y lodo.
