La actividad paranormal no es un hecho aislado para la actriz mexicana Alejandra Ambrosi, sobre todo desde que falleció su papá, con quien era muy cercana. Es por ello que le provocó gran curiosidad incursionar en un thriller psicológico con la obra 2:22 Una historia paranormal, en la que lo inexplicable está latente.
Sin embargo, para Ambrosi, 2:22 Una historia paranormal no sólo explora lo inexplicable, sino también los “fantasmas” propios que están a la vista, pero no queremos ver.
De inicio, no soy la más fanática del género de terror, pero sí del thriller psicológico. Tuve prejuicios cuando me la ofrecieron, pues pensé que era de terror y es lo último que elijo ver, porque me pone muy nerviosa. Pero cuando leí la obra dije ‘guau, esto es mucho más que una obra de miedo’. Eso fue lo que me atrajo y realmente me atraparon la historia y los personajes y me conmovió profundamente, porque toca temas muy interesantes como la crisis matrimonial.
Se relata la historia de una pareja que se enfrenta al primer año de traer un hijo al mundo, lo cual siempre es un gran reto. Ella está en depresión postparto y ambos están reacomodando su vida, literal y metafóricamente, pues se acaban de cambiar de casa.
Me parecieron muy interesantes las capas que tiene la obra en ese sentido, de cuestionarnos nuestras propias creencias, sobre cómo formulamos y construimos nuestra identidad a partir de ellas y si nos definen o no. Es una obra muy profunda que también habla de las clases sociales y cómo se construye la identidad desde el contexto en el que naces y habla de la gentrificación”, expresó Alejandra Ambrosi.
2:22… tuvo como inspiración un cúmulo de historias de la gente, que llegaron a las manos del escritor y periodista Danny Robins. Empezó haciendo un blog, después un podcast y esta obra. La presentó cerca del West End y después cumplió cinco temporadas en diferentes recintos en Reino Unido. Tal ha sido su éxito, que fue nominada a tres premios Olivier (a lo mejor del teatro en aquel país) como Mejor Obra Nueva, Mejor Actriz y Mejor diseño de Sonido.
El escritor de la obra logró, con el pretexto de si existen o no los fantasmas, hablar de un montón de temas de manera natural y orgánica para la historia, y nosotros estamos cautivados y enamorados de lo que estamos haciendo. Yo todos los días descubro más cosas. Pasé de ‘no quiero hacer terror’ a ‘hacemos esta obra, porque la hacemos’”, dijo.
La trama tiene como premisa lo que le sucede a una pareja, Ely (Ambrosi) y su esposo Sam, quienes tienen perspectivas opuestas acerca de lo paranormal y se mudan a una misteriosa casa. Ella siente una presencia fantasmal, pero él se aferra a darle una explicación lógica. En una cena con sus amigos Laura y Fer, la noche se torna inquietante, pues algo sucederá a las 2:22 y todos se quedarán a esperarlo.
Hay comedia y humor dentro del suspenso”, precisó.
Yo empecé a creer en lo paranormal tras la muerte de mi papá, pues empiezo a sentir su presencia en distintas circunstancias. Él y yo éramos muy cercanos. Para mí fue muy fuerte no tener la presencia física de mi papá. Después de un año o dos de un proceso de duelo, logré hablar de él e ir a los restaurantes y lugares a donde iba con él; hacer las cosas que hacíamos, sin que me causara un dolor profundo. Lo empecé a traer y darle más presencia en mi vida, aunque no es material o física.
Para mí, él sigue en mi vida y no hay un día en que no piense en él o recuerde alguna anécdota; en el que no sienta su protección, guía o ejemplo. No es que lo vea, sino que lo siento muy presente en mi vida. Saber que mi papá está en mí y en lo que yo hago, en su legado en mí y en mi hija, pues es una historia tras otra, eso lo hace muy mágico”, dijo.
Una amiga de la actriz, relacionada con la conexión con otras dimensiones y espíritus, se “comunicó” con su padre y le relató situaciones que sólo Ambrosi y su padre conocían.
Me dijo cosas que no tendría ella por qué saber, tanto de mi historia actual y del pasado. Fue muy lindo. Fue como si mi papá me mandara un mensaje muy bonito acerca de que está presente y orgulloso de mí, así como de mi rol como mamá, porque uno de los vacíos más grandes que tengo de su ausencia es que nunca conoció a su nieta, a mi hija. Así que esta experiencia fue bonita, porque completó ese hueco y me hizo saber que él sabe que estoy bien.
Y es que la obra habla de eso también, de lo que unos creen y otro no. ¿Por qué unos van a estar bien y otros no, quién tiene la razón? No se trata de eso, sino de respetar lo que creen los otros.”
La obra también aborda los fantasmas que no queremos ver, los vacíos y las heridas de cada quien.
Nuestros fantasmas son esos huecos con los que hemos crecido y hay que ser capaces de verlos y no ir tratando de llenarlos, sino reconocerlos y evolucionarlos. El teatro es un espejo que te pone contra la pared con tus propios fantasmas y demonios”, concluyó.
