CULTURA

Jesús de Nazaret murió crucificado

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En el marco de la 181 representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo 2024 en la alcaldía Iztapalapa, como cada año se representaron los pasajes bíblicos tal como lo relatan los evangelios. Todo inició cuando los soldados reales, guiados por el discípulo de Jesús, Judas Iscariote, arrestaron a Jesús de Nazaret en el Huerto de Getsemaní.

Horas antes, Judas había recibido 30 monedas de plata, por traicionar a Jesús. Tras su arresto, Jesús fue llevado a casa de Anás, suegro del sacerdote mayor, Caifás. Allí, fue interrogado con escasos resultados y enviado atado al sumo sacerdote Caifás, donde se había reunido el sanedrín.

Testigos presentaron testimonios contradictorios contra Jesús, a los que este no respondió nada. Finalmente, el sumo sacerdote exhortó a Jesús a responder bajo juramento solemne, diciendo: Te conjuro, por el Dios vivo, a que nos digas, ¿eres tú el ungido, el Hijo de Dios? Jesús testificó ambiguamente: Tú lo has dicho, y dentro de un tiempo veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Todo-poderoso, viniendo sobre las nubes del cielo.

El sumo sacerdote condenó a Jesús por blasfemo, y el sanedrín concurrió con una sentencia de muerte. Pedro, esperando en el patio, también negó a Jesús tres veces a los que estaban a su alrededor mientras los interrogatorios procedían tal como Jesús había predicho.

Juicio de Jesús de Nazaret

Por la mañana, ante toda la asamblea (la Macroplaza) llevó a Jesús ante el gobernador romano Poncio Pilato bajo los cargos de subvertir a la nación, oponerse a pagar impuestos al César y hacerse rey.

Pilato autorizó a los líderes judíos a juzgar a Jesús según su propia ley y ejecutar la sentencia; sin embargo, los líderes judíos respondieron que los romanos no les permitían ejecutar una sentencia de muerte de cuya respuesta se infiere que estos ya tenían la sentencia antes de juzgarlo.

Pilato interrogó a Jesús y dijo a la asamblea que no había base para sentenciarlo. Al enterarse de que Jesús era de Galilea, Pilato remitió el caso al gobernante de Galilea, rey Herodes, que se encontraba en Jerusalén para la Fiesta de la Pascua.

Herodes interrogó a Jesús, pero no recibió respuesta; Herodes envió a Jesús de vuelta a Pilato.

Pilato dijo a la asamblea que ni él ni Herodes encontraban culpable a Jesús; Pilato resolvió que Jesús fuera azotado y puesto en libertad. Bajo la dirección de los jefes de los sacerdotes, la multitud pidió a Barrabás, que había sido encarcelado por cometer asesinato durante una insurrección.

Pilato les preguntó qué querían que hicieran con Jesús, y ellos exigieron: Crucifícalo. La esposa de Pilato había visto a Jesús en un sueño ese mismo día, y le advirtió a Pilato que “no tuviera nada que ver con este hombre justo”.

Pilato hizo que Jesús fuera flagelado y luego lo sacó a la multitud para liberarlo. Los sumos sacerdotes informaron a Pilato de una nueva acusación, exigiendo que Jesús fuera condenado a muerte porque decía ser hijo de Dios.

Esta posibilidad llenó de temor a Pilato, quien llevó a Jesús de vuelta al interior del palacio y exigió saber de dónde venía.

Jesús, condenado a morir en la cruz

Presentándose por última vez ante la multitud, Pilato declaró inocente a Jesús y se lavó las manos con agua para demostrar que no había participado en la condena.

No obstante, Pilato entregó a Jesús para que fuera crucificado con el fin de evitar un motín. La sentencia escrita fue “Jesús de Nazaret, Rey de los judíos”. Jesús cargó con su cruz hasta el lugar de la ejecución, ayudado, en parte, por Simón de Cirene, llamado “lugar de la Calavera”, o “Gólgota” en hebreo, y en latín, “Calvario”. Allí, fue crucificado junto con dos criminales. Jesús agonizó en la cruz durante seis horas. Durante sus últimas tres horas en la cruz, desde el mediodía hasta las tres de la tarde, la oscuridad cayó sobre toda la Tierra.

Con un fuerte grito, Jesús entregó su espíritu. Hubo un terremoto, las tumbas se abrieron y la cortina del templo se rasgó de arriba abajo.

El centurión de guardia en el lugar de la crucifixión declaró: ¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!


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