Las fuerzas israelíes lanzaron nuevos ataques durante la noche en toda la Franja de Gaza, mientras el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se disponía a votar sobre la petición de que Israel y Hamás permitieran el acceso de ayuda al enclave palestino.
Un ataque israelí contra el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de Gaza, causó el domingo la muerte de 90 palestinos, dijo a Reuters el portavoz del Ministerio de Sanidad de Gaza.
Otro ataque con misiles contra una casa de la familia Shehab mató a 24 personas, según la radio Aqsa de Hamás. Un médico dijo que decenas de personas habían muerto o resultado heridas en la casa de la familia Shehab y en edificios cercanos.
“Creemos que el número de muertos bajo los escombros es enorme, pero no hay forma de retirar los escombros y recuperarlos debido a la intensidad del fuego israelí”, dijo por teléfono el domingo.
En Deir al-Balah, en el centro de Gaza, los médicos dijeron que 12 palestinos habían muerto y decenas habían resultado heridos, mientras que en Ráfah, en el sur, un ataque aéreo israelí contra una casa dejó al menos cuatro muertos.
La gente corrió al edificio para rescatar a las personas atrapadas bajo los escombros. El sonido de la explosión fue “tan potente como el de un terremoto”, dijo a Reuters Mahmoud Jarbou, vecino de la zona.
El Gobierno israelí afirmó que operó contra objetivos milicianos y que toma medidas extraordinarias para evitar alcanzar a civiles.
Un proyectil de tanque israelí alcanzó el edificio de maternidad del Hospital Nasser de Jan Yunis, matando a una niña de 13 años llamada Dina Abu Mehsen, según el portavoz del Ministerio de Sanidad de Gaza, Ashraf Al-Qidra.
Al-Qidra explicó que Abu Mehsen ya había perdido a su padre, a su madre, a dos de sus hermanos y una de sus piernas durante el bombardeo de una casa en el barrio de Al-Amal, en Jan Yunis, hace unas semanas.
El domingo, el Papa Francisco volvió a sugerir que Israel estaba utilizando tácticas “terroristas” en Gaza, deplorando el presunto asesinato por el ejército israelí de dos mujeres cristianas que se habían refugiado en un complejo eclesiástico.
En su bendición semanal, Francisco se refirió a una declaración sobre un incidente ocurrido el sábado por el Patriarcado Latino de Jerusalén, la autoridad católica en Tierra Santa.
Alrededor de 19.000 palestinos han muerto, según las autoridades sanitarias de Gaza, desde el 7 de octubre, cuando milicianos de Hamás mataron a 1.200 personas, según las autoridades israelíes y capturaron a 240 rehenes en su asalto sorpresa.
El ejército israelí hizo públicos los nombres de otros cuatro soldados muertos en combate en Gaza, lo que eleva a 126 el número de soldados muertos en la franja desde que Israel lanzó una invasión terrestre a finales de octubre.
La guerra de Israel contra Hamás ha arrasado amplias zonas de Gaza y desplazado a la mayoría de sus 2,3 millones de habitantes, muchos de los cuales viven ahora en refugios improvisados sin agua potable ni alimentos y luchando contra las enfermedades.
Human Rights Watch afirmó el lunes que Israel estaba utilizando el hambre como arma al bloquear deliberadamente el suministro de agua, alimentos y combustible y arrasar zonas agrícolas.
“Durante más de dos meses, Israel ha estado privando a la población de Gaza de alimentos y agua, (…) lo que refleja una intención de matar de hambre a los civiles como método de guerra”, señaló en un comunicado Omar Shakir, director para Israel y Palestina de Human Rights Watch.
El paso fronterizo de Kerem Shalom entre Israel y Gaza se abrió a los camiones de ayuda el domingo por primera vez desde el estallido de la guerra, según las autoridades, en una medida para duplicar la cantidad de alimentos y medicinas que llegan a los gazatíes.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas podría votar ya el lunes una propuesta para exigir a Israel y Hamás que permitan el acceso de la ayuda a la Franja de Gaza —por tierra, mar y aire— y establezcan una supervisión por parte de la ONU de la ayuda humanitaria entregada.
Diplomáticos afirmaron que el destino del proyecto de resolución del Consejo de Seguridad depende de las negociaciones finales entre Estados Unidos, aliado de Israel y con poder de veto en el Consejo, y Emiratos Árabes Unidos, que ha redactado el texto.
“EAU sabe exactamente lo que puede aprobarse y lo que no. Depende de ellos si quieren conseguirlo”, dijo un responsable estadounidense, que habló bajo condición de anonimato.
Las esperanzas de otro alto el fuego y liberación de rehenes habían aumentado el sábado cuando una fuente dijo que el jefe del espionaje israelí había hablado el viernes con el primer ministro de Qatar, que ha mediado anteriormente en la liberación de rehenes a cambio de un alto el fuego de una semana y la liberación de prisioneros palestinos.
Dos fuentes de seguridad de Egipto —otro mediador— dijeron el domingo que tanto Israel como Hamás estaban abiertos a un alto el fuego renovado y a la liberación de rehenes, aunque seguían existiendo desacuerdos sobre cómo se llevaría a cabo.
“Estamos abiertos a cualquier esfuerzo encaminado a poner fin a la agresión israelí. Este es el terreno para cualquier discusión”, dijo Sami Abu Zuhri, responsable de Hamás, cuando se le pidió que comentara la declaración egipcia.
Pero las autoridades israelíes dijeron que estaban decididas a seguir luchando para eliminar a Hamás, que dirige Gaza desde 2006 y ha jurado la destrucción de Israel.
